Hace mucho que Ricardo Ribeiro soñaba con cantar “Toada de Portalegre”, de José Régio, con música original de su amigo y “maestro” Rabih Abou-Khalil. Conocemos desde hace años el cruce que el encuentro de estos dos músicos ha creado entre el fado y los ecos de la tradición musical libanesa, una experiencia en la que la ronca melodía en la lengua de Camões, presente en el admirable fraseado del primero, se mezcla con los arabescos melódicos y los ritmos compuestos por el segundo.

Considerado por la revista musical británica Songlines como la mejor voz masculina del fado de su generación, Ribeiro ha sido nominado dos veces al premio al mejor artista del año que concede la prestigiosa publicación.

Por su parte, Abou-Khalil aprendió a tocar la oud cuando tenía cuatro años de edad. Forzado a dejar su país en 1978 por la guerra civil libanesa, viajó a Múnich donde estudió flauta clásica, experiencia que le abrió los ojos a la posibilidad de funcionar simultáneamente entre sistemas musicalmente diferentes.

Dirigidos por Jan Wierzba, estos contadores de historias nos transportan a lo largo de fabulosas geografías, acompañados por el percusionista estadounidense Jarrod Cagwin y por la Orquesta Filarmónica de Jalisco, que con más de cien años de existencia es una de las orquestas con mayor tradición e importancia en el panorama musical mexicano.